Hace unos dos años cumplí mi sueño de viajar a París. Desde siempre, la 'ciudad de las luces' había llamado mi atención y por fin, podía visitarla.
Fue un viaje de unos 5 días, dedicamos dos a DisneyLand y los demás a visitar la ciudad. Visitar el parque Disney fue como volver a tener 7 años, fue una experiencia inolvidable; pero al tener 10 años más, casi 18, quería ver todo lo que pudiera de París: museos, calles, restaurantes, monumentos...
Una de las cosas que más me gustaron es que organizamos por nuestra cuenta qué sitios queríamos visitar y cuando, cuánto tiempo íbamos a dedicar a cada visita y que ruta nos venía mejor. Para nada me gustan los viajes organizados (ya lo he hecho), anulan totalmente la esencia de los viajes, del poder descubrir la ciudad por ti mismo, de experimentar sitios nuevos, hablar otro idioma...
El primer día que visitamos París pudimos visitar Notre Damme, el Arco del Triunfo, los Campos Elíseos. Además, almorzamos en un restaurante típico francés, ¡estaba todo buenísimo!
Las vistas desde Notre Damme eran preciosas. Podíamos ver la Torre Eiffel, el Río Sena y los edificios de París... Cuando salimos de la Iglesia, vimos un grupo de bastantes personas en corro y, un poco curiosos, nos acercamos a ver qué pasaba; resultó que había un niño alimentando a pequeños gorriones con galletas troceadas, y estos se posaban en su mano.
Con el mejor francés que me salió, le pedí al muchacho un poco de galleta machacada para ver si tenía la misma suerte y... Voilá!
Más tarde, después de almorzar, pusimos rumbo al Arco del Triunfo. Recorrimos toda la Avenida de los Campos Elíseos, no queriendo, ya que nos equivocamos de parada de metro..., pero mereció la pena. Una vez llegamos al monumento, subimos unas 'pocas escaleras' hasta llegar arriba, donde contemplamos, de nuevo, unas maravillosas vistas de París y de la Torre Eiffel, un poco más cerca.
La magia se hizo cuando iluminaron la Torre, como cada día, a las 7 de la tarde; rodeada de árboles y edificios, pero resaltando sobre todos ellos. Una experiencia inolvidable que repetiría sin dudarlo.
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